He gastado noches enteras tan sólo intentando recordar una mirada que mereciera la pena describir. Durante mucho tiempo sólo encontré ojos fríos, ventanas a mundos vacíos y carentes de sentimientos; nada que se pareciera a lo que yo necesitaba encontrar.
Cuando al fin encontré ESA mirada, no pude más que pasarme unos segundos eternos intentando apreciarla, retenerla en mi mente, memorizarla. Y llegué a una conclusión: no se puede describir una mirada. Se puede sentir, vivir en un momento, pero luego se pierde para siempre.
lunes, 12 de abril de 2010
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Manchas de tinta