miércoles, 17 de noviembre de 2010

17 de Noviembre

Supón que una mañana tu despertador decide no sonar.
Sin tiempo para desayunar corres sólo para perder el autobús y llegar tarde a la facultad.
El profesor se levanta con el día torcido y no te deja entrar en la clase y tú te quedas mirando impasible como cierra la puerta delante de tu cara. Pero te encojes de hombros y caminas por los pasillos desiertos de gente sentada en incómodos pupitres que a ti te toca sufrir todos los días.
Supón que de repente te encuentras con una única persona vagando por los corredores igual que tú. Os miráis y sonréis. Sólo eso. Nada más.
¿Te imaginas que a esa persona le puede haber pasado exactamente lo mismo que a tí?

Bueno, quizás eso sea mucho suponer...

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