Que el cielo está oscuro
Y tus ojos ya no buscan los míos.
En ese momento en el que no quedan palabras
Cuando el tiempo deja de correr y se detiene.
Cuando mis besos no son de nadie y de todos a
la vez.
Sintiéndome la persona más vulnerable del
mundo
hasta que te conocí.
Tú cambiaste todo. Me enseñaste
que lo que una vez creí podía ser de verdad. Que aunque todo y todos se negasen
a ver lo evidente, podíamos amarnos durante horas, dejando que el mundo a
nuestro alrededor desapareciera. Nos creíamos capaces de contar todas las
estrellas del cielo y que aún así nuestra felicidad fuera eterna.
Pero como pasa en todos los
cuentos, debe haber un final, y el nuestro llegó más pronto de lo esperado,
cuando ni siquiera estaba invitado. Yo, que lo había dado todo por ti vi
impotente como te alejabas persiguiendo a otra. Como mi amor no valía para nada
más que para llenar las horas en las que yo moría por ti y tú vivías esperando,
dejando que el tiempo pasara. Me sentí utilizada, algo que no debería sentir
nadie en este mundo. Y la palabra “hipócrita” acudía a mis labios una y otra
vez, al igual que “estúpida” que es como me sentí.
Pero ya nada de eso importa. La
vida sigue y yo con ella. Mis días se suceden mientras busco algo, algo que me
haga sentir de verdad la felicidad que merezco. Y mientras esa felicidad llega,
solo me queda esperar…contando estrellas.
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Manchas de tinta